Durante los últimos años, la geografía urbana de las grandes ciudades se ha venido modificando de una manera significativa. Debido al auge de la construcción vertical, cada vez más son los edificios, conjuntos residenciales y grandes centros en general, sea de tipo residencial, comercial o mixta, que se construyen, los cuales se han incrementado dramáticamente.
Esto hace que el modo en que las personas viven cambie también. Por ejemplo, no es lo mismo vivir en un barrio de casas amplias con límites extensos, y patios y jardines amplios, a hacerlo en un edificio de apartamentos, donde estas condiciones son escasas y prácticamente nulas.
Entonces, surge un concepto fundamental para las relaciones individuales y la sana convivencia. Es el de: la vecindad. Es decir, la buena vecindad, que deriva también de otro concepto más amplio que recoge esta forma de habitar: la propiedad horizontal.
La vida en propiedad horizontal
Se debe entender claramente que cuando se compra una casa o un apartamento ubicados dentro de un conjunto o condominio residencial, se adquieren también una serie de obligaciones y deberes a los cuales nos debemos ajustar y por los que debemos responder.
Y es que pasamos a vivir en comunidad, entendida esta la forma de compartir un mismo espacio con otras personas, de manera que prevalezca el respeto entre todos y en donde las relaciones entre vecinos sean saludables para que juntos puedan superar las dificultades o retos que se presentan
Cómo bien decía alguien “Para mí, la vida en comunidad es vivir rodeado de más gente que pueden ser vecinos, amigos…”
Como es evidente, la vida en comunidad puede significar también la aparición de conflictos que puedan terminar erosionando la sana convivencia entre vecinos. Para evitar que esto suceda, ella exige la imposición de una serie de exigencias y requisitos que como copropietario se deben conocer.
Dichas normas contenidas en leyes, decretos y manuales se estipulan con el objeto de promover esa sana convivencia. Establecen, por ejemplo, que debe haber una junta directiva y un administrador encargado, y será él quien resuelva los conflictos en la propiedad horizontal
Es así como se da una debida atención a las quejas y reclamos que se presentan en una propiedad horizontal. Contar con una debida gestión de estos factores contribuye a que los problemas en cuanto a convivencia entre propietarios se puedan resolver de manera sana sin que a futuro pueda representar inconvenientes.
Los conflictos más comunes en la propiedad horizontal
Enumeraremos los más comunes y de mayor ocurrencia en las copropiedades que causan problemas entre los vecinos y obligan a la intervención del administrador con probabilidades de llegar, incluso, hasta la imposición de sanciones:
- El ruido: por el que más reclaman los residentes. Suele ocurrir que vecinos ruidosos exageren con el volumen de la TV y los equipos de sonido acompañando estrepitosas algarabías hasta altas horas de la noche y en la madrigada, incluyendo el taconeo y el juego infantil, entre otros.
- El uso de espacios y elementos comunales: parquear en sitios reservados a otros residentes, a visitantes o en parqueos reservados a emergencias o discapacitados. El manejo de basuras, maltrato de plantas, parques y zonas verdes y también la mayoría de las veces a los ascensores y escaleras.
- Las mascotas: los ladridos excesivos o no recoger sus heces, no bañarlos con la asiduidad dispuesta para ellos y la producción de malos olores, con causa permanente de conflicto.
- La mora en el pago de las expensas comunes: ello conlleva a la incapacidad de la administración por atender a tiempo las obligaciones contraídas por la copropiedad (pago a contratistas, servicios públicos, mantenimiento de zonas comunes y equipamiento, etc.)
- La comunicación: la falta de esta o su deficiencia, generan rumores y mala comunicación lo que conlleva a malentendidos y peleas entre los miembros de una comunidad, agrietando las relaciones armónicas entre ellos.
Consejos para evitar los conflictos en una comunidad
Comentamos anteriormente que resaltaríamos algunos de los motivos de disputa más frecuentes. Aunque algunos puedes resultar inevitables, también es cierto que muchos de ellos pueden ser completamente evitables o de fácil prevención.
Consignamos aquí algunos consejos que podrían ayudar a los vecinos, residentes en la copropiedad, la manera practica para que la convivencia sea más sencilla y evitar así cualquier tipo de conflicto:
- Respete los derechos de cada persona: aquí recordamos la vieja frase que oíamos de nuestros padres y abuelos: “tus derechos terminan donde comienzan los de los demás”. Es indispensable ser muy respetuoso con su vecino. Seguro que, si se trata con respeto al vecino de al lado, podrás exigir un trato similar. Es muy sencillo: escucha tu música a un volumen moderado, respeta los horarios, paga tus deudas y cumple los acuerdos.
- Acuda siempre al trato amable y educado: saludar siempre con amabilidad y educación y ayudar a tu vecino es una nuestra de buena disposición para una sana convivencia. Sin embargo, es bueno también mantener distancia para evitar malentendidos o abusos de confianza, que podrían generar una situación de conflicto entre las partes. A menos que surja una mistad que permita trazar una delicada línea de respeto y confianza, claro está.
- Y por, sobre todo, por favor, evita caer en el juego más peligroso de las relaciones interpersonales: el chisme. Esta maligna actividad es una de las causantes de los malentendidos de cualquier comunidad. Si quieres evitar problemas no hagas eco de ellos, te crearás una mala reputación y generarás conflictos innecesarios
- Comunicación plena y acertada: la comunidad debe y tiene derecho a estar debidamente informada de todo lo que pasa en la copropiedad. Si se divulgan oportunamente las normas y acuerdos y se escuchan las opiniones de cada uno de los propietarios y las comunicaciones oficiales de las personas autorizadas para hacerlas, los problemas tendrán menos espacio para crecer.
- Y, por último, recuerde que las normas se hicieron para cumplirse: cuando se establecen normas de convivencia en espacios comunes, son para cumplirlas. Si respetas las normas, estarás evitando un sinfín de problemas.
Y recordar siempre que, en caso de que, de todas maneras surjan problemas, lo mejor es:
- Evitar que los problemas empeoren.
- Aliviar el estrés que provocan esos conflictos.
- Negociar una solución aceptable con sus vecinos.
- Cuidar que sus derechos estén debidamente protegidos a través de los mecanismos dispuesto pro la ley, como el debido proceso, por ejemplo.
Finalmente,
a) Acudir a la vía del diálogo y la persuasión para que el vecino cese las causas que originan la molestia y afecta la tranquilidad;
b) Acudir al comité de convivencia de la unidad residencial o a la junta de acción comunal del barrio, para lograr acuerdos de convivencia.
c) Si el comportamiento persiste la alternativa es comunicarse con la estación de policía del lugar o el cuadrante o CAI, para que la autoridad de policía desactive temporalmente la fuente del ruido, en caso de que el residente se niegue a desactivarlo;
d) La autoridad de policía puede actuar como mediador (mediación policial), para suscribir acuerdos de convivencia.
El comité de convivencia: ¿qué es y que hace?
Y es aquí donde llegamos al tema fundamental que nos ocupa. El comité de convivencia, que la Ley 675 de 2001 crea dentro de la propiedad horizontal es una alternativa adecuada para la solución fácil y rápida de solución de conflictos en primera instancia, evitando que ellos escalen a instancias superiores en donde, muy probablemente, terminarán en la imposición de multas, de acuerdo con lo previsto en la misma Ley y/o en el reglamento
La función del comité es mediar para resolver conflictos y brindar a los copropietarios una mejor calidad de vida. Además, evitar que las partes en conflicto tengan que recurrir a las autoridades competentes. Es en sí, un amigable componedor.
Para saber más sobre el Comité de Convivencia, por favor siga este enlace
